El futuro está detrás de nosotros

Hace unos días, mientras investigaba para mi próximo libro, me topé con un concepto lingüístico que me voló la cabeza: En el idioma aymara, hablado en Bolivia, Perú y Chile, el pasado está adelante y el futuro está atrás. Sí, leyeron bien. Cuando un hablante aymara dice “ayer”, señala hacia adelante. Cuando dice “mañana”, apunta hacia atrás.

Mi primera reacción fue de incredulidad. ¿Cómo podía ser esto posible? En español, inglés, y prácticamente todos los idiomas que conozco, caminamos “hacia” el futuro y dejamos el pasado “atrás”. Es una metáfora tan arraigada que ni siquiera la cuestionamos. Pero los aymaras tienen una lógica aplastante para su sistema.

La explicación es muy simple: puedes ver lo que ya pasó, pero no puedes ver lo que vendrá. El pasado es conocido, visible, está frente a tus ojos como un paisaje que ya recorriste. El futuro es desconocido, invisible, está a tu espalda como el camino que aún no has visto. La lengua aymara codifica en su gramática misma esta verdad fundamental sobre la experiencia humana del tiempo.

Esto me hizo pensar en cómo nuestra obsesión occidental con “mirar hacia el futuro” podría estar fundamentalmente mal planteada. Vivimos proyectándonos constantemente hacia adelante, planeando, anticipando, preocupándonos por lo que vendrá. Mientras tanto, ignoramos las lecciones del pasado que están literalmente frente a nuestros ojos.

Los aymaras tienen palabras específicas: “nayra” (ojo/frente/vista) se usa para el pasado, y “qhipa” (detrás/espalda) para el futuro. Cuando dicen “nayra mara” (el año pasado), están diciendo literalmente “el año frente a los ojos”. Es poesía pura convertida en gramática cotidiana.

Curiosamente, esto se conecta con algunas ideas que he estado explorando sobre la impermanencia. Si el futuro está detrás de nosotros, invisible e incierto, ¿no debería esto hacernos más humildes sobre nuestras predicciones y más atentos a lo que ya sabemos? Es como si toda una cultura hubiera integrado en su lenguaje lo que el budismo enseña sobre la incertidumbre fundamental de la existencia.

Me pregunto qué pensaría un hablante aymara de nuestra obsesión tecnológica con la “visión de futuro”, el “pensamiento forward-looking” y toda esa jerga corporativa que asume que podemos ver hacia dónde vamos. Para ellos, debe sonar tan absurdo como alguien que camina de espaldas pretendiendo ver el camino.

La próxima vez que alguien me pregunte sobre mis planes a futuro, creo que voy a responder como un aymara: “No puedo ver lo que está a mis espaldas, pero puedo contarte todo sobre el camino que ya recorrí”.