El mundo necesita más Carl Sagan

Hace poco me encontraba pensando en por qué ciertos mensajes, aunque sean fundamentalmente correctos o importantes, generan tanto rechazo en la sociedad. ¿Por qué la gente reacciona con tanta hostilidad hacia veganos, ciclistas, ambientalistas o incluso hacia la comunidad científica? La respuesta, creo, no está en el mensaje mismo, sino en cómo se comunica.

Mi hipótesis es simple: las personas no rechazan estos mensajes por su contenido, sino porque quienes los transmiten a menudo se posicionan como moralmente superiores. Es una reacción casi instintiva contra la condescendencia, no contra el mensaje en sí.

Cuando era niño, veía a Carl Sagan hablar sobre ciencia. No lo hacía desde un pedestal de superioridad intelectual, sino desde un lugar de asombro compartido. No decía “miren lo mucho que sé sobre el cosmos”, sino “¡miren qué maravilloso es el cosmos que todos compartimos!”. La diferencia parece sutil pero creo que puede ser fundamental.

Esta intuición no es solo mía. La psicología social ha identificado varios fenómenos relacionados:

- La “identidad social amenazada”: cuando las personas sienten que su grupo o estilo de vida está siendo atacado, se resisten al cambio.

- El “efecto boomerang”: cuando la información se presenta de manera confrontacional, las personas tienden a aferrarse más fuertemente a sus creencias originales.

Los estudios sobre ciclismo urbano, por ejemplo, muestran que la hostilidad hacia los ciclistas aumenta cuando estos son percibidos como un grupo elitista. Lo mismo ocurre con el veganismo: los mensajes basados en la culpa generan más resistencia que aquellos centrados en opciones positivas y accesibles.

Creo que si queremos que algunos mensajes resuenen, necesitamos más Carl Sagans en todas las áreas. Necesitamos comunicadores que:

- Inviten al descubrimiento conjunto en lugar de predicar desde la superioridad moral

- Compartan el asombro y la curiosidad en lugar de la condena

- Construyan puentes en lugar de levantar muros

- Reconozcan la humanidad compartida en lugar de crear divisiones

La próxima vez que queramos defender una causa, preguntémonos: ¿estamos invitando a otros a unirse a nuestro asombro, o estamos predicando desde un pedestal moral? La respuesta a esa pregunta podría determinar si nuestro mensaje genera cambio o resistencia.

Porque al final, como Sagan nos enseñó, todos somos polvo de estrellas. Y esa verdad profunda nos une mucho más de lo que cualquier diferencia ideológica podría separarnos.