Hoy en día, hay una definición aceptada de snob: one who has an offensive air of superiority in matters of knowledge or taste. Aunque es un término peyorativo, la verdad es que todos nosotros regularmente tendemos a ser snobs en un tema u otro. Hay personas que se identifican como conocedores en temas de café, vinos o comida (y ven a las otras personas que sí, disfrutan del café, pero realmente no saben lo que es un buen café) con una mezcla de superioridad y lástima. También hay quienes realmente saben de autos, ropa o arte... cada persona tiene esa área de experiencia en la que se considera mejor que otros porque pertenece al selecto grupo de los que entienden realmente de qué se trata la cosa.
También ocurre en tecnología. No es por nada que el marketing de empresas como Apple fue por años “Think different” y ese es un posicionamiento que mantienen hasta ahora. Miles de personas les compran productos exclusivos y diferentes para luego solamente usar el navegador para revisar sus redes y correo constantemente, como todo el mundo. Pero es la laptop de los que saben, eh, no confundir.
Pero recientemente me puse a pensar que existen rutas al esnobismo que no dependen necesariamente de consumir productos, sino ideas. Estaba conversando con unos amigos sobre el Neo Oscurantismo, aquel efecto en el que personas que leyeron un post en internet o vieron dos videos de TikTok ahora creen saber más que expertos que han dedicado su vida a un tema por décadas. Es un rechazo total del conocimiento científico, la racionalidad y el progreso en favor de creencias irracionales, supersticiones y teorías de conspiración. Y por supuesto alimentado por personas muy carismáticas e influencers en redes.
En efecto, tal vez la forma más accesible que puede existir de sentirse especial o superior es el “yo sé” cómo realmente funciona el mundo. Y es por eso, quizá, que tantas personas caen fácilmente en estas teorías de conspiración. No porque sean más lógicas (para nada) o factibles (difícilmente), sino porque les permiten sentirse superiores de una manera que no requiere ser un millonario con acceso a botellas de vino de miles de dólares.
Tú crees que sabes cómo funciona el mundo, pero pobre oveja, yo soy el que realmente entiende las cosas que están fuera de la vista de las masas. Todo es realmente una simulación. Nos quieren controlar con chips en las vacunas. Los billonarios del mundo están detrás de todo. Los reptiles han infiltrado a nuestras clases políticas. Los nazis siguen influyendo desde su base secreta en la Antártica.
Finalmente, aferrarse a algo que te da una ilusión de control en un mundo en el que realmente no controlas nada. Y es una ilusión por la que se está dispuesto a pelear a muerte. Es algo muy parecido a la ilusión de ser libre, de lo que voy a hablar en un siguiente post.