Esperando a la Alpha 7 V

La Sony Alpha 7 II, aunque sigue tomando fotos espectaculares, ya tiene muchas carencias que los modelos más modernos incluyen.

Muchos pensaron que la Alpha 7 V se iba a lanzar el mes pasado en Barcelona, pero no fue así. A ver si la lanzan pronto, no porque quiera el último modelo, sino porque la Alpha 7 IV bajará de precio en ese momento 😄

Pensamiento de blog #3

El enorme éxito del método científico en los últimos cientos de años nos ha llevado a pensar que todo lo que existe debe ser físico y medible. Pero esa idea excluye algo fundamental: la experiencia consciente. Esta no solo existe, sino que es una parte esencial de la realidad, y cualquier intento serio de entender el mundo debería incluirla.

Ser científicamente riguroso implica tener en cuenta todas las formas de evidencia, no solo lo que se puede observar desde fuera como los experimentos o mediciones, sino también lo que sentimos y experimentamos desde dentro, como la conciencia y la vivencia subjetiva. Ignorar esta dimensión es limitar el alcance del conocimiento.

La máquina no está rota

En ingeniería de sistemas existe un concepto llamado POSIWID, que son las siglas en inglés de “the purpose of a system is what it does”. Esto quiere decir que un sistema nunca está equivocado, un sistema hace siempre aquello para lo que fue diseñado. Puede no ser el resultado que querías o esperabas, pero es el que sabe hacer.

Si programas una aplicación de cálculo y cuando le dices que calcule 2 + 2 te da de resultado 5, pues la aplicación no está fallando, está haciendo lo que tú le has dicho que haga. Fallaste tú al programarla.

Creo que esto permite hacer una buena analogía: El capitalismo y las empresas que operan dentro de ese sistema están haciendo siempre lo que están diseñados para hacer. Y lo van a seguir haciendo, a menos que cambien las reglas.


Un pequeño paréntesis. ¿Qué opinas del fuego? Sí, el fuego, el que quema. ¿Es bueno o malo?

El fuego puede ayudarnos a lograr cosas maravillosas: desde cocinar la carne para obtener los nutrientes que necesitábamos para evolucionar o mantenernos a salvo de los depredadores, hasta mover enormes máquinas que hacen el trabajo por nosotros, mantener las calles seguras y los hogares calientes. Pero también puede arrasar ciudades enteras y causar un gran dolor. Por eso el fuego necesita ser controlado.

Espero que todos podamos estar de acuerdo en que se requieren medidas de seguridad para el fuego; de lo contrario, hará lo que sabe hacer. POSIWID. Y decir que el fuego debe ser controlado para aprovechar lo bueno que nos da pero evitar lo malo, no es lo mismo que decir “prohibamos el fuego”. Pero en esta época de extremos y polarización, parece que es necesario dejarlo claro.


Los líderes del capitalismo, especialmente aquellos al frente de grandes corporaciones, tienen una responsabilidad fiduciaria: están legal y éticamente obligados a maximizar el valor para sus accionistas. Esto suele traducirse en una búsqueda constante de crecimiento económico, expansión de mercado y aumento de beneficios.

Sin embargo, el concepto de crecimiento infinito choca con los límites físicos, ecológicos y sociales del planeta. Los recursos son finitos, la capacidad de consumo tiene un techo, y el equilibrio social se resiente cuando el crecimiento se convierte en una obsesión que ignora sus consecuencias.

Mientras se persigue ese crecimiento, se generan enormes diferencias entre los que tienen acceso al capital y los que no. La brecha entre ricos y pobres no solo se mantiene, sino que se amplía. Esto no es un efecto colateral menor: es una consecuencia estructural del sistema. POSIWID.

Los que tienen más recursos pueden invertir, influir en políticas, y proteger sus intereses. Pero los que tienen menos quedan atrapados en ciclos de precariedad, con acceso limitado a educación, salud, vivienda y oportunidades.


Otro pequeño paréntesis. Muchas personas no comprenden realmente lo que significa el privilegio. Incluso profesionales de recursos humanos amigos míos, encargados de procesos de selección, alguna vez me han dicho cosas como: “Aquí no hay privilegios, todos rinden el mismo examen, todo depende de cuánto estudies”. Esta afirmación, aunque aparentemente justa, ignora algo fundamental: la igualdad de oportunidad no es lo mismo que la igualdad de condiciones.

Sí, el examen puede tener las mismas preguntas para todos. Pero quienes lo enfrentan no llegan en las mismas circunstancias. Algunos han dormido bien, tienen una alimentación adecuada, un entorno tranquilo y tiempo para estudiar. Otros llegan tras trabajar en dos o tres empleos, con apenas tres horas de sueño o sin dormir. Algunos han viajado dos horas en transporte público, lidiando con estrés y cansancio. Otros han cuidado a un familiar enfermo toda la semana, sacrificando tiempo de estudio.

El privilegio no siempre se manifiesta como dinero o poder visible. A veces es tener padres que te apoyan emocionalmente, acceso a un espacio silencioso para estudiar, no tener que preocuparte por el alquiler o por si comerás ese día. Esto no significa que el esfuerzo no importe. Significa que el esfuerzo no ocurre en el vacío.


Debemos aceptar una verdad incómoda: la creciente desigualdad no es una falla del sistema, sino una consecuencia del mismo. El modelo económico actual basado en la acumulación, la competencia y el crecimiento sin límites tiende a concentrar riqueza en manos de unos pocos. No es casualidad que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez más amplia. No es casualidad que hoy en día no puedas comprar una vivienda, tener estabilidad laboral y disfrutar de tiempo libre como lo hacían tus padres y abuelos.

A veces escucho decir a padres de familia que van a votarle a un partido particular porque tienen miedo de que sus hijos crezcan en un ambiente mixto donde las costumbres no se respeten y la cultura se pierda. La verdad, si yo fuera ellos tendría mucho más miedo a que mis hijos crezcan en un mundo donde no puedan pagar un alquiler digno, no tengan acceso a salud mental o física, no puedan formar una familia sin precariedad y no tengan tiempo para vivir, solo para sobrevivir.

Porque seamos sinceros, cuando la riqueza de un país como España ya se distribuye en 50% en manos de 30 señores octogenarios y el otro 50% para los otros 40 millones de personas… probablemente en 15 años los números serán 20 oligarcas versus 50 millones.

Y es que, al final, la desigualdad no es un error del sistema: es lo que el sistema sabe hacer. POSIWID.

Pensamiento de blog #2

Vivimos en un mundo donde todos corren muy rápido porque quieren llegar al futuro antes que nadie. Se esfuerzan en mejorar, en ser más productivos y en mostrar lo buenos que son… pero en esa carrera se olvidan de algo muy sencillo: disfrutar lo que está pasando ahora mismo.

Aceptación en la vida no significa rendirse ni quedarse quieto. Significa mirar alrededor con claridad y usarlo como punto de partida, sin engañarse. Y en lugar de buscar siempre tener la razón o estar seguro de todo, lo importante es abrirse a la curiosidad, a las preguntas y a las sorpresas.

Porque a veces el verdadero progreso no está en correr más rápido, sino en aprender a estar presente.

Pensamiento de blog #1

Muchos les dirán que deben definir objetivos claros y específicos para su vida. Pero la vida es impredecible, las cosas son impermanentes, todo cambia, todo está en movimiento. Definir metas específicas usualmente no hace más que causar ansiedad.

Entonces, en lugar de definir lo que debe ser, simplemente declaren aquello que no debe ser, lo que no quieren.

Eso dejará un espacio flexible para lo que puede ser, que probablemente sea algo que no pueden siquiera definir o imaginar bien ahora, pero será bueno.

El hacker atemporal

El otro día, mientras revisaba unos libros viejos de mi biblioteca, me encontré con Hackers: Heroes of the Computer Revolution de Steven Levy. Leyendo esas páginas ya un poco hongueadas, me di cuenta de algo que creo que tal vez ya intuía pero no había articulado: la cultura hacker no nació en el MIT de los años 60. Ha existido desde siempre, solo que antes no se llamaba así.

Pensemos en los alquimistas medievales, encerrados en sus laboratorios clandestinos, desafiando las prohibiciones de la iglesia para entender cómo funcionaba la materia. O en los artesanos de la Escuela de Traductores de Toledo que se pasaban secretos de gremio en gremio, combinando conocimientos de culturas árabes, judías y cristianas. Eran hackers en toda regla.

Lo que Levy documentó en el MIT no fue el nacimiento de una cultura, fue simplemente el momento en que le pusimos nombre. Esos estudiantes que se colaban en el Tech Model Railroad Club para jugar con los primeros computadores eran solo la versión moderna de una tradición milenaria.

Todos estos grupos, desde los tinkerers victorianos hasta los radioaficionados de los años 20, desde los artesanos medievales hasta los hackers del MIT, comparten el mismo ADN cultural:

Hoy la palabra “hacker” está contaminada. Los medios la usan para criminales informáticos, las empresas para consultores de seguridad, los gobiernos para amenazas cibernéticas. Pero esa nunca fue la esencia. Un hacker no es alguien que roba contraseñas, es alguien que no puede ver una caja negra sin querer abrirla.

La cultura hacker no es una moda de Silicon Valley ni un fenómeno de la era digital. Es tan antigua como la humanidad misma. Es lo que nos sacó de las cavernas y nos llevó a la luna. Es lo que nos hace humanos: esa incapacidad patológica de dejar las cosas como están. Los verdaderos hackers no necesitan computadoras. Solo necesitan curiosidad, una comunidad con quien compartir, y algo, cualquier cosa, que desarmar y volver a armar mejor.

Lo irónico es que mientras más avanzamos tecnológicamente, más difícil se vuelve ser un hacker verdadero. Los dispositivos modernos vienen sellados, con tornillos propietarios, con garantías que se invalidan si los abres. El software es cada vez más opaco, protegido por capas de ofuscación y términos de servicio que prohíben la ingeniería inversa.

Las noticias, más lento

Como parte de mi proceso de dejar todas las redes que no son del Fediverso, y de la mano con mi recientemente actualizada y curada lista de feeds RSS, me bajé el app de Kagi News. Y es que el tener un app de noticias que ofrezca perspectivas múltiples y cero clickbait es una propuesta muy interesante.

Todo era felicidad hasta que me di cuenta que, no importa cuándo entraba al app durante el día, las noticias eran las mismas. Un mensaje indicaba “actualizado hace 11 horas”. Mi primera reacción fue del tipo “pero esto no puede ser, no sirve”.

Y entonces reflexioné.

Por supuesto que sirve. Y así debería ser. A menos que ocurra algo realmente digno de mención, es solo el infinito feed de tonterías el que nos tiene malacostumbrados a información nueva constante para una dosis extra de dopamina cada minuto.

Recordar que se puede y se debe ir más despacio es también parte del proceso.

Street Art

Hablemos de migración

Me ha costado mucho últimamente defender una frase tan sencilla como “La inmigración es buena para la economía” en mi círculo de conocidos. Y a ver, lo es. Lo dicen los estudios, los gráficos, los informes de organismos internacionales. Pero este hecho tan obvio choca con una serie de mensajes que llegan desde plataformas con intenciones divisorias, que apuntan a efectos específicos que se observan cuando juntamos inmigración con un sistema que convierte la vulnerabilidad en ventaja empresarial

Un inmigrante llega sin red. Sin familia cerca, sin referencias culturales que le protejan, a veces sin dominio del idioma, sin conocimiento profundo de sus derechos. Y eso lo convierte en presa fácil para empleadores sin escrúpulos. Jornadas eternas, sueldos por debajo del mínimo, contratos fantasmas, amenazas veladas. Todo eso ocurre. Y ocurre aquí, en nuestras ciudades.

Los refugiados lo tienen aún peor. No pueden volver. No tienen plan B. Y los que llegan con visado de trabajo dependen de la buena voluntad de su empleador para quedarse. Si el visado no permite que su pareja trabaje, la presión económica se multiplica. La dependencia se convierte en sumisión.

Cuanto más miedo tenga el inmigrante entonces, cuanto menos posibilidades de exigir algo justo, más fácil será abusar de él. Y cuanto más se normalice ese abuso, más difícil será para los demás competir en el mercado laboral. El sueño de todo empresario sin escrúpulos es contar con una manera de convertir la vulnerabilidad en ventaja empresarial y hacer competir por sus empleos a personas que no tienen más alternativa que aceptar condiciones que tú o yo encontraríamos inaceptables.

La solución es proteger mejor a los inmigrantes, no demonizarlos. Porque si los inmigrantes tienen derechos laborales sólidos, si los empleadores que los explotan reciben sanciones ejemplares, si se eliminan los vacíos legales que permiten contratar como autónomos a quienes trabajan como asalariados, entonces el terreno se nivela. Entonces todos competimos en condiciones justas.

Cuando alguien demoniza al inmigrante, lo que está haciendo (consciente o no) es proteger el privilegio de quienes se benefician de tener una clase explotable.

Cómo convencí a dos amigos de cambiar su voto.

Algo que es importante recordar es que la mayoría de las personas que hoy piensan en votar a la extrema derecha no lo hacen porque sean, en esencia, de extrema derecha. Lo hacen porque han sido manipuladas con una eficacia quirúrgica. Y esa manipulación no es casual: es el resultado de una estrategia muy bien diseñada para sembrar miedo y ofrecer soluciones simples a problemas complejos.

Los verdaderos extremistas son pocos. Parecen muchos, porque los algoritmos y los bots que dominan este mundo de desinformación crean esa ilusión. Pero la ilusión se rompe cuando las personas salen a las calles: Algunas decenas de extremistas, miles de miles de personas del otro lado.

El truco más viejo del poder, desde los nazis hasta Star Wars, que equivale a la manera más fácil de lograr que la gente renuncie a sus derechos fundamentales es convencerla de que existe un enemigo enorme, inminente, imposible de ignorar. Ese enemigo puede tomar muchas formas: terrorismo, migración ilegal, abuso infantil, guerra inminente. Lo importante no es que sea real, sino que parezca urgente. Que se sienta como una amenaza que justifica medidas extraordinarias.

¿Y cuál es la mejor manera de convencer a millones de personas de que ese enemigo existe? Controlando los canales de información. Comprando diarios y cadenas de televisión. Comprando estudios de cine y videojuegos. Manipulando algoritmos de redes sociales para amplificar el miedo y la indignación. El resultado es un ecosistema donde la gente no elige lo que consume: lo que consume ya fue elegido para ellos.

Pero insisto: la mayoría de las personas no es cruel ni mala. No se levantan por la mañana pensando en cómo quitarle derechos a otros. Simplemente reaccionan al miedo que les han inoculado. Y cuando el miedo domina, la empatía se apaga. Y es aquí donde entran mis dos amigos, con los que conversaba este fin de semana. Amigos que conzco desde niños, que yo sé que no son malas personas, solo se han dejado llevar por los mensajes de miedo. Decidí aplicar dos argumentos sencillos: uno sobre lo que está pasando y otro sobre lo que podría pasar.

Lo que está pasando es que se ha exagerado enormemente el problema de la migración ilegal y su impacto. Los datos lo demuestran: En Europa, la migración ilegal ha bajado en los últimos años. Otros estudios muestran que las generaciones de migrantes se adaptan y contribuyen a sus nuevos países. El miedo a la “invasión” es un espejismo cuidadosamente fabricado.

Lo que podría pasar, si conocemos no solo la historia contemporánea sino las noticias más recientes es claro. Cuando la extrema derecha llega al poder, no tarda en mutar en un régimen autoritario. Lo hemos visto en otros lugares. Y cuando eso ocurre, el sufrimiento no se limita a las minorías señaladas: se extiende a toda la sociedad, directa o indirectamente. Miles de miles pierde sus derechos, sus familias. Esto no es un miedo fabricado, lo estamos viendo pasar.

Convencer a alguien no es ganar una discusión, es abrir una grieta en el muro del miedo. Y esa grieta les permite recordar que no son malas personas, que la crueldad está mal, que no basta con sentir que ellos no van a ser afectados sino que es necesario sentir empatía por aquellos que sí.

Computational Photography

Madrid, antes de las manifestaciones

Street wisdom

Lavapies

Es imposible ser de centro hoy

Hoy en día todo está politizado, polarizado, todo es una declaración. La realidad, en su complejidad y matices, se ha disuelto en un baño de indignación y gestos vacíos.

Vivimos en la era de la performance, donde la acción es menos importante que el ruido que genera.

Y nosotros aplaudimos o abucheamos sin darnos cuenta de que, en el fondo, solo estamos reaccionando a un espectáculo diseñado para mantenernos entretenidos y, sobre todo, divididos.

Brihuega

Albi

No sé ustedes, pero a mí me parece que esta obra los jardines del Vaticano es la representación más cercana a las descripciones que hay de los ángeles en su biblia

Herensuge

He publicado un capítulo del que será el segundo libro de la serie de fantasía urbana, Herensuge, para acceso gratuito. No tiene spoilers para el primer libro, pero obviamente se disfruta mejor si ya leyeron Hispania Obscura.

impermanente.es/hispania-…

Napoli

Roma