impermanente

Algunas cosas requieren más espacio

La figura de las “Karen” es famosa en memes, la clásica señora blanca americana que reclama sus derechos y su libertad hasta el ridículo. “Quiero hablar con el gerente” debe ser su frase más popular. Y si, son un desastre... pero a veces entiendo de dónde vienen.

Y es que estas personas no son mas que una manifestación adicional de algo que pasa en todos lados: Seres humanos que se aferran a un pedacito de control o libertad que creen tener en su vida, porque aceptar que no se controla nada es demasiado.

Alguna vez un profesor de mi juventud me contó la historia del más poderoso de los titanes griegos: Cronos. El titán del tiempo era el más fuerte de todos, nadie podía vencerle... excepto, por algún tiempo, Mnemosyne, la titán de la memoria. Y es que la memoria puede luchar contra el paso del tiempo por un periodo pero, a la larga, el tiempo termina ganando.

Las personas vivimos con la ilusión de que tenemos control total sobre nuestras decisiones, nuestras vidas, nuestro futuro, libre albedrío. Pero no es así. Sólo tenemos un poquito de control dentro de un espacio muy limitado. No podemos ir a dónde queramos, existen líneas imaginarias que no podemos cruzar porque es ilegal, tenemos restricciones de recursos, existen zonas en las que es imposible vivir. No podemos hacer lo que queramos, existen límites legales y presiones sociales. No podemos siquiera elegir de quien nos enamoramos, o elegir desenamorarnos de alguien a propósito. No podemos elegir sentir o no algo.

Y la mayor ilusión de todas es la permanencia. Las antiguas religiones del mundo tienen razón en definir la impermanencia como la causa principal de todo el sufrimiento humano.

Yo no me considero seguidor de ninguna religión, pero creo que si este concepto de la impermanencia, tan presente desde el budismo hasta las religiones paganas de Europa, fuera más popular... la humanidad sería más feliz y perseguiría tantas tonterías de corto plazo o tendríamos que sufrir con Karens.

Solía tener una lista en mi blog anterior, que actualizaba de vez en cuando, de las apps, dispositivos y similares que uso en mi día a día. Normalmente recibía muy buenas sugerencias para probar otras cosas. Vamos a ver qué tal va ahora:

Equipo principal: Una MacBook Pro con M3, en la que usualmente tengo algunas VMs con Windows o Linux por temas de trabajo o experimentación.

Navegador: SSoy fan de Arc Browser, incluso cuando creo que no soy tan power user como para sacarle partido a todas sus funcionalidades. Pero el diseño es espectacular.

Password Manager: Uso básicamente Bitwarden, así como el nuevo Authenticator del mismo Bitwarden para los códigos de 2FA. También tengo Microsoft Authenticator por trabajo, ya que algunos logins solo pueden hacerse con esa herramienta. Ahora que Apple tiene su propio Password Manager, tal vez me quede con ese.

Correo: He logrado centralizar todo en ProtonMail, aunque tengo una de esas cuentas de duck.com que finalmente redirecciona todo a esa cuenta de Proton. No uso muchas otras cosas de Proton, pero el email me parece genial.

Almacenamiento en nube: Como uso iPhone, la cuenta de iCloud tiene una copia de todas mis fotos y documentos. Mi respaldo alternativo es pCloud que funciona muy bien. Pero también tengo por ahí un OneDrive, ya que tengo 2TB en una suscripción que se vence en el 2025... en ese momento evaluaré opciones.

Búsqueda: Principalmente uso Qwant. Sé que hay gente que defiende fervientemente a Kagi, pero a mí Qwant me va muy bien y gratis. Además, tengo que mencionar que, luego de probar muchas opciones de búsqueda con AI, por mucho tiempo estuve usando Perplexity... pero las últimas noticias me han quitado las ganas de usarlo.

AI/LLM: Si debo usar algún AI, trato de usar Claude que es el más decente de todos. También uso Ollama para correr una versión local en mi Mac de Llama, Mistral o Phi3, a modo de experimentación. Además, descubrí una app que se llama Enchanted, la cual permite usar una interfaz de chat desde el iPhone o la misma Mac. No tiene nada que envidiarle en usabilidad a los grandes, pero es privada y segura.

Redes Sociales: Básicamente Mastodon y Pixelfed, a las que accedo con las apps Ivory y Vernissage. También uso algo de Lemmy. No extraño para nada la decisión que tomé hace unos años de dejar atrás Facebook, Instagram, X y similares.

Blog: Todo funciona en Write.as gracias al fediverso.

Mensajes Instantáneos: Estoy probando esa app de Automattic que se llama Texts. La app permite integrar WhatsApp, Telegram, Signal y hasta Discord en una sola pantalla. Está en beta y no es perfecta, pero es mejor que instalar cualquiera de las otras apps.

RSS: Los que me conocen saben que soy fan de RSS y lo seré toda la vida. Afortunadamente, todos mis intereses y hobbies tienen algún tipo de feed que puedo leer. Ahora estoy usando una app llamada Unread que me ha gustado.

Notas: Obsidian es la herramienta que mejor encajó con mi estilo, después de probar unas 15 otras. Creo que esta debe ser una de las elecciones más personales que hace alguien, así que reconozco que no funcionará para todos.

Hoy en día, hay una definición aceptada de snob: one who has an offensive air of superiority in matters of knowledge or taste. Aunque es un término peyorativo, la verdad es que todos nosotros regularmente tendemos a ser snobs en un tema u otro. Hay personas que se identifican como conocedores en temas de café, vinos o comida (y ven a las otras personas que sí, disfrutan del café, pero realmente no saben lo que es un buen café) con una mezcla de superioridad y lástima. También hay quienes realmente saben de autos, ropa o arte... cada persona tiene esa área de experiencia en la que se considera mejor que otros porque pertenece al selecto grupo de los que entienden realmente de qué se trata la cosa.

También ocurre en tecnología. No es por nada que el marketing de empresas como Apple fue por años “Think different” y ese es un posicionamiento que mantienen hasta ahora. Miles de personas les compran productos exclusivos y diferentes para luego solamente usar el navegador para revisar sus redes y correo constantemente, como todo el mundo. Pero es la laptop de los que saben, eh, no confundir.

Pero recientemente me puse a pensar que existen rutas al esnobismo que no dependen necesariamente de consumir productos, sino ideas. Estaba conversando con unos amigos sobre el Neo Oscurantismo, aquel efecto en el que personas que leyeron un post en internet o vieron dos videos de TikTok ahora creen saber más que expertos que han dedicado su vida a un tema por décadas. Es un rechazo total del conocimiento científico, la racionalidad y el progreso en favor de creencias irracionales, supersticiones y teorías de conspiración. Y por supuesto alimentado por personas muy carismáticas e influencers en redes.

En efecto, tal vez la forma más accesible que puede existir de sentirse especial o superior es el “yo sé” cómo realmente funciona el mundo. Y es por eso, quizá, que tantas personas caen fácilmente en estas teorías de conspiración. No porque sean más lógicas (para nada) o factibles (difícilmente), sino porque les permiten sentirse superiores de una manera que no requiere ser un millonario con acceso a botellas de vino de miles de dólares.

Tú crees que sabes cómo funciona el mundo, pero pobre oveja, yo soy el que realmente entiende las cosas que están fuera de la vista de las masas. Todo es realmente una simulación. Nos quieren controlar con chips en las vacunas. Los billonarios del mundo están detrás de todo. Los reptiles han infiltrado a nuestras clases políticas. Los nazis siguen influyendo desde su base secreta en la Antártica.

Finalmente, aferrarse a algo que te da una ilusión de control en un mundo en el que realmente no controlas nada. Y es una ilusión por la que se está dispuesto a pelear a muerte. Es algo muy parecido a la ilusión de ser libre, de lo que voy a hablar en un siguiente post.

Advertencia, esta es una historia de privilegio.

Hace unas semanas me encontraba contando una historia a un grupo de estudiantes universitarios de Uruguay. La historia la he contado decenas de veces en mi vida. Siempre la he usado para ilustrar cómo uno puede encontrar su trabajo ideal de manera inesperada y para mostrar que a veces puede ser diferente a lo que uno ha estudiado. También para mostrar que la suerte normalmente también juega un papel.

Pero esta vez, después de 20 años de contarla, me hicieron una pregunta que no supe responder.

La historia es así, en resumen:

Había estudiado Ingeniería Industrial. Después de hacer mis prácticas pre-profesionales en el área de tintorería de una empresa textil muy importante, me encontraba en crisis existencial. Sentía que trabajar en una fábrica no era lo mío.

Estaba en eso cuando vi un anuncio de trabajo en una gran consultora que me pareció interesante. Fui con mi Currículum Vitae al centro empresarial donde pensaba que esa empresa tenía oficinas, pero me había equivocado de lugar. Frustrado y ya con el tiempo justo para irme, vi que en la relación de empresas en uno de los tantos edificios se podía leer “Hewlett-Packard”. No tenía idea que HP tenía oficinas locales, pero siempre había admirado esa empresa. Pensé algo como “bueno, ya tengo el CV en la mano y ya estoy aquí” y decidí dejarlo ahí.

Subí al piso 11 del edificio y en la recepción de HP hablé con la recepcionista y le dije simplemente ¨Hola, vengo a dejar mi Currículum¨, a lo que ella respondió ¨Lo siento, pero no estamos buscando a nadie¨. Por alguna razón, yo en ese momento solo dije ¨no hay problema, lo dejo de todos modos, por si acaso¨ y me fui.

Sin yo saberlo, una persona había renunciado ese día y quien sería mi jefe pasó por recepción y vio mi Currículum Vitae en la bandeja de entrada. Le dio una ojeada y decidió llamarme. ¿Por qué? Porque tenía experiencia en la tintorería de una textil y la posición requería conocer conceptos de teoría del color para las impresoras de gran formato. Y fue así como terminé trabajando en HP por más de 11 años y pude hacer una carrera en la industria de la tecnología.

Gran historia, 100% real, la actitud, la suerte y las coincidencias de la vida... Estar en el lugar correcto en el momento adecuado y todo eso. Lección de vida.

Pero ese día, una de las estudiantes me hizo la pregunta, entre bromas, “¿Y cómo te dejaron pasar si no trabajabas ahí?”. Y yo no tenía una buena respuesta, en verdad no me acordaba.

Es cierto que en esa época (año 1999 y antes de que nos volvamos todos paranoicos por la seguridad por el 9/11) las medidas de seguridad no eran tan modernas como ahora. Pero sí existían esos carruseles donde uno debe poner su tarjeta en el lobby de los edificios, además de las personas de seguridad cuyo trabajo era asegurarse de registrar los datos de cualquier persona ajena al edificio y confirmar que tuviera una reunión o una razón válida para subir a cualquier piso. Muchas veces yo recibí llamadas para autorizar esos accesos. Entonces, la duda era válida, ¿cómo fue que pude entrar?

Y rápidamente llegué a la conclusión de que la única explicación era que yo entré del lobby al ascensor sin problemas por ser un hombre blanco usando traje, de manera que las personas de seguridad no pensaron o no se atrevieron a siquiera preguntarme quién era y qué hacía ahí. En ese momento, el descubrimiento me impactó profundamente. Si yo hubiera estado vestido de otra manera o si tuviera otro color de piel, mi gran historia habría terminado en el lobby de una de las torres del centro empresarial cuando las personas de seguridad me invitaran a por favor retirarme con el CV en la mano.

Han pasado más de 20 años de ese momento y me ha tomado todo este tiempo darme cuenta de que mi historia no es trasladable a muchos otros. Supongo que es normal cuando uno existe toda su vida en una situación de privilegio sin notarlo. Cuando uno cae en la cuenta de estas cosas, lo primero que sucede es que comienza a preguntarse: ¿Habría llegado al mismo resultado si reemplazamos “hombre” o “blanco” por otra combinación de factores, de todas las cosas buenas que me han pasado? Estoy seguro de que en muchas ocasiones la respuesta es “sí”, pero en varias otras... creo que no.

No queda más que agradecer a la joven estudiante que me hizo esa pregunta. Ahora puedo reflexionar sobre muchas cosas y pensar de qué manera puedo ayudar siendo aliado de muchas otras personas en situaciones diferentes. Pues gracias a que han pasado ya más de 20 años desde esos primeros trabajos, ahora estoy en la capacidad de hacerlo.

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